jueves, 11 de septiembre de 2008

Velocidad

- Alcanzame! - gritó salvajemente.
Ella no quería... Simulaba apurarse, pero cuanto más se apuraba, más lento iba. No quería mirarlo a los ojos, por miedo a que la convenciera. Tenía planeado cruzarse de camino a último momento, para escapar fugazmente. Lo hizo...
Tal vez hubiera sido mejor que se quedara: no le fue muy bien. Pero era feliz, y eso era todo. Necesitaba estar sola y sin velocidad. No quería llegar a ningún lado, no quería metas, no quería apurarse, no quería nada.
En el momento en que quiera algo, incluso uir, lo va a hacer (rápidamente, no cabe dudas). Pero mientras, seguirá guiandose por instinto, sin reloj y sin compañía. Siguiendo nada más que a una luz roja.
No, no se puede seguir.
Frena el carro,
hay que trotar o morir.

Escapemos de acá,
salgamos del centro de la ciudad,
de la puta babylon.

Corramos hasta ver
el cielo rojo y c a e r
en el pasto húmedo.


Hay que trotar o morir. Salgamos de babylon, salgamos ya de aquí.