Subís hacia abajo
seguís el camino
del infinito
sendero.
Bajás hacia arriba
y mirás a tus espaldas
la pendiente
en caída.
Esperás una puerta,
un final para este
pasadizo incierto.
Te topás con un
cuerpo: perdido,
seguro, solo.
Te dice desde arriba
que estás en un bicho,
con antenas y caparazón.
Le dicen caracol
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