jueves, 17 de julio de 2008

A Chita

Estos últimos días estuve pensando varias cosas y entre algunas de estas saqué la conclusión de que la salud es algo -y diría lo más- importante en cada uno. Más allá de que -por supuesto- sin salud no viviríamos, el estado anémico de uno a la hora de enfrentarse con un problema de salud ya sea propio o ageno (de alguien cercano), cambia rotundamente y es una sensación que no viví, yo en particular, con otros problemas que me rodearon.
Todo esto hizo que me acuerde de varios sucesos anteriores, pero el principal (por la cercanía temporal: hace 4 días) fue la muerte de una nena de aproximadamente 6 años a la cual veía todos los sábados desde hace varios meses: Tamara Puga (el apodo era Chita). Ella concurría al merendero de Glew al que yo iba con la Comisión de Acción Social. Pensé en poner varios datos y explicaciones acerca del problema que tuvo la nena, pero solamente voy a poner algo que escribí el lunes:


Ayer tomé
tus pequeñas blancas manos.
Te alcé
para ver una sonrisa.
Te miré y te seguí.
Te reías...
Peiné el rubio fino cabello
que concordaba
perfecto
con tu pequeño blanco rostro.
Hoy no puedo hacerlo:
no estás acá.
Y ya no llegaré
esperando,
entre todos los saludos,
los tuyos.
Mas sí llegaré
pensando en vos,
como todos lo harán.
Y estarás con nosotros,
con tus pequeñas blancas manos
y tu pequeña dulce voz.

2 comentarios:

Luli dijo...

radiante y más hermosa que ninguna
pero siempre tan lejos.

las palabras, no brotan de mi cuando algo pasa. me encantaría..

Lola dijo...

qué bueno eso de poder escribir. a mi me daba cosa ponerlo en el blog
un beso euge